viernes, 8 de febrero de 2008

Puedo deshacer


Tras tantos años delante de estas máquinas infernales llamadas computadoras, las cuales poco a poco, y haciendo menos ruido que los chinos en sus bazares, nos van subyugando, he experimentado una extrañísima mutación. Yo sospechaba que el repetido uso de unos estándares con apelativos tan tenebrosos como PC o Windows no podía desembocar en nada bueno; sin embargo, las connotaciones negativas del hecho de mutar no tienen que ir más allá del sentimiento de considerarse en ocasiones un bicho raro.

La mutación en sí consiste en que puedo deshacer. Basta con que cliquee el botón a la derecha de Copiar Formato o pulse Ctrl+Z y mi última acción realizada habrá desaparecido. Ustedes se podrán imaginar la infinidad de ventajas que conlleva semejante capacidad. Poder arriesgarse en cualquier situación, sabiendo que si el resultado no es el esperado siempre podemos volver atrás y escoger otra opción es algo que, con elevadas dosis de paciencia, casi nos garantiza la victoria. El riesgo de equivocarse, si analizamos únicamente los resultados, se minimiza. Me equivoco muchas veces, mucho más que una persona sin este botón, pero siempre acabo consiguiendo lo que busco porque, en cierta manera, tengo vidas infinitas.

No es demasiado agradable en empresas excesivamente complicadas; volver a intentar siempre lo mismo, probando de miles de formas distintas con variaciones casi cuánticas, fatiga mucho. Es el momento de optar por comportarse como una persona normal y permitirse el lujo de equivocarse, o bien, dedicar los esfuerzos a otros menesteres más asequibles.

También es importante obtener el resultado de una manera inminente. Porque si se demora excesivamente y no es el óptimo, tener que retroceder demasiados pasos es contraproducente; eso en el mejor de los casos, donde sepamos cuál es el nodo cuya opción alternativa debemos escoger para alcanzar el éxito final. De lo contrario, nos perderíamos en un bosque de decisiones de lo más intrincado.

Como todo en esta vida, mi botón de deshacer tampoco es infalible. A veces, no sé la razón, no aparece activo ni susceptible de ser pulsado. Entonces me siento acorralado, en un cul-de-sac, con el futuro amenazante invitándome a introducirme en sus afiladas fauces. En ese momento de pavor extremo la única frase que pasa por mi mente es "Me cago en Bill Gates...".

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