viernes, 28 de diciembre de 2007

miércoles, 12 de diciembre de 2007

La Esencia del Villano

En toda historia que se precie, debe haber buenos y malos: el héroe, nuestra identificación, nuestra inspiración, nuestra aspiración; y el villano que se interpone en nuestro camino hacia el éxito produciéndonos un sentimiento mezcla de temor y repulsión.

En la mayoría de casos, el personaje del héroe está poco definido. Los autores prefieren vaciarlo de contenido para que sea el propio espectador quien le insufle su propia alma. Sin embargo, los más osados guionistas deciden dotarlo de una personalidad algo más compleja, para lograr que, de manera intencionada o accidental, en la misma psique del protagonista subyazcan los principales obstáculos de su aventura. Esta segunda opción es interesante a nivel experimental o para las mentes más ávidas de puzzles que a nada conducen, pero, y es lo que a nosotros nos preocupa, inevitablemente resta fuerza a la figura del antagonista hasta el punto de suprimirla en muchos casos.

Por tanto, obviaremos el buen hacer de los creadores más vanguardistas y destrozamitos para poder centrarnos en la figura del villano. Como se ha mencionado en el párrafo anterior, para que una historia funcione y enganche al espectador, el protagonista debe ser un lelo con eco dentro del cráneo y con una presencia física con menos detalles que un SEAT Panda. Si ustedes consideran estas características como negativas, recuerden que la intención de los creadores de personajes es la de presentar a una figura moldeable por el usuario al estilo del Señor Patata.
De esta manera se aseguran la victoria y la venta de un número de entradas del agrado de su productor.

La escasez de carisma de nuestro personaje principal engrandece a nuestro villano. Éste sí que debe estar definido en todas sus facetas, para cubrir cualquier eventualidad no eventual prevista por los guionistas. Generalmente, en su origen es un ser frágil pero que ya permite atisbar un peligroso potencial, hasta que algún acontecimiento crítico lo transforma y le sirve en bandeja la más estrambótica excusa para odiarnos a través de nuestra proyección en el protagonista. Entonces se vuelve poderoso y supone una seria amenaza, no sólo para nuestra integridad, sino por extensión para todo el universo.

Por mucho que nos duela, los villanos que más se ajustan a este canon son los de la factoría Disney, especialmente en los clásicos de animación tradicional. En las últimas entregas de animación por ordenador, tal vez por el absurdo propósito de aproximarse a la estructura del cine actual, la figura del malo se ha difuminado notablemente. Por ejemplo, Cars:
Evidentemente, en los propósitos de Rayo McQueen se interponen rivales, pero quién los recuerda? Además, sólo hacen aparición al final de la película, justo cuando el objetivo final, el que parece el único al principio, se pone en juego. Durante la historia surgen nuevas metas, menos empíricas, y los obstáculos a éstas no precisan de la intervención de ningún personaje de manera clara.

En contraste, en todas y cada una de las películas de animación hecha a mano, las únicas que merecen la -desprestigiada por el uso indiscriminado- etiqueta de “clásicos”, encontramos un pérfido antihéroe que cumple sobradamente los requisitos. La lista sería interminable:








(Por cierto, Pepa, mujer de Avelino, ustedes seguro la conocen, siempre me ha recordado a Úrsula…)
Todos persiguen una finalidad (poder, riqueza, posesión del mundo…) –todas ellas bastante simples, no nos engañemos- y nuestro protagonista debe impedirlo, ya sea por una implicación directa de los maléficos planes del malhechor en su bienestar, o bien, en menor medida, por un altruismo incondicional producto de su bondadosa naturaleza.

Otro caldo de cultivo para la aparición de estos seres son las películas de Ciencia Ficción. Este subgénero tan denostado, especialmente a nivel literario, pero que a su vez sirve de excelente plataforma para el desmelene creativo de los autores, también nos ha concedido grandes villanos a través de su corta pero intensísima vida. Llegados a este punto, podríamos distinguir entre dos tipos:

Los antropomórficos: como su nombre bien indica, son aquellos que, independientemente de su origen, han sido diseñados a imagen y semejanza de los humanos. A pesar de su maldad, son racionales y suelen tener un objetivo claro que marca las pautas de su actuación y comportamiento. Entre ellos destacamos:







Los no-antropomórficos: son los que, a pesar de recordar vagamente la anatomía humana, son irracionales, su maldad es intrínseca y destruyen por puro placer:





En el resto de géneros, la tarea de encontrar un villano, si existe, tal como aquí se ha definido es más complicada: el Sensei de Karate Kid, la familia Fratelli, Angela Channing…

En los casos en que existe y está perfectamente definido como tal, su carisma es tan bajo (por propios méritos o por la arrebatadora personalidad del protagonista) que desaparece por completo de la memoria colectiva de los aficionados.

Muchos pensarán que un guión que siga a rajatabla la estructura convencional de la lucha entre el héroe y el antihéroe ya está muy sobada y adolece de falta de originalidad. Tal vez no estén exentos de razón. Sin embargo, tal esquema argumental nos ha permitido y nos permite diseñar personajes tan apasionantes y llenos de contenido como los expuestos en este artículo.