sábado, 27 de febrero de 2010

Pintores de verdad



Apenas necesitamos una media hora en la Tate Modern, en Londres, para darnos cuenta de dos cosas: A, que el ¿Arte? Contemporáneo es la estafa consentida más flagrante de la historia y B, que las únicas obras que nos gustan pertenecen -causalmente y no casualmente- a los pintores más conocidos.

Klee, Tanguy, Magritte, incluso alguna cosilla de Jackson Pollock tenía su gracia. Tampoco Francis Bacon lo hacía mal, salvando el obstáculo de la reconocida incompatibilidad entre el talento en la pintura y el hecho de ser británico. El romance entre el mundo del Arte, el Arte de verdad, y los hijos de la Gran Bretaña se limita a la música del siglo XX, especialmente durante la segunda mitad. Fueron los mejores sin discusión.

Como los españoles en la pintura durante varias épocas. Es por eso que los mejores cuadros que podemos ver en la Tate Modern son -oh, sorpresa- de Dalí, Picasso y Miró.

A bote pronto, y en una clasificación algo aventurada, podríamos afirmar que entre los diez mejores pintores de la historia, al menos hay cuatro nacidos en la Península: Picasso, Velázquez, Goya y Dalí. No hay nada más lejos de nuestra intención que la exaltación patriótica, estamos absolutamente convencidos de nuestra objetividad. Cada país tuvo su disciplina y su época de esplendor y en España, la pintura, ya sea a través del nacimiento de genios o del mecenazgo y el patrocinio, ha alcanzado una calidad difícilmente igualable.


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Los derechos de "La Metamorfosis de Narciso" (1937) de Salvador Dalí corresponden a sus legítimos propietarios.