viernes, 25 de noviembre de 2016

Aguardando el año pasado


Como manifiesta la paradoja del título, Aguardando el año pasado (Now wait for last year, 1966) es esencialmente una novela de viajes en el tiempo. A pesar de que el fenómeno no aparece hasta prácticamente la mitad de la historia y que se combina con otros elementos clásicos de la ciencia-ficción como robots, extraterrestres y -cómo no- drogas, podemos encasillarla sin lugar a dudas dentro de este subgénero.

Como decimos, y como es tan habitual en la obra de Philip K. Dick, se dan cita una mezcla de elementos que, lejos de desorientarnos a los lectores, nos atiborra de estímulos para conocer ese mundo pseudodistópico que el autor de Chicago nos ha preparado, en paralelo a los acontecimientos que nos va relatando. El típico desconcierto inicial lo asumimos con impaciencia pero con calma, porque sabemos que Dick raramente deja cabos sueltos.

Porque ya en las primeras páginas nos presenta, sin mencionarlo, a robots (llamándolos indisimuladamente robants). Otros actores, aparentemente instrumentales pero cruciales en la historia como los taxis, también cuentan con una oportuna inteligencia artificial. El protagonista, Eric Sweetscent, es un cirujano trasplorg que no hace otra cosa que realizar transplantes de frágiles órganos orgánicos (VLR) por otros más biónicos y duraderos. Todo tratado con la coherencia y la cotidianidad de la que es capaz la privilegiada mente de Dick.

También hay extraterrestres. No da la sensación de que provengan de mundos muy lejanos en el tiempo y la distancia, pero algunos de ellos son lo suficientemente diferentes como para no pasar desapercibidos. De hecho, a nivel argumental, una de las dos tramas principales es una guerra entre una tensa alianza de terrícolas y lilistarianos -fisiológicamente similares a los humanos, pero mucho más poderosos intelectual y tecnológicamente- contra los reegs -una especie de insectos de escala humana-. También interviene en un momento puntual Willy K, un ser procedente de Betelgeuse con forma de pera podrida y unas capacidades telepáticas que dan mucho juego en una conversación de un interesante futuro alternativo.

Y hay drogas, por supuesto, de las que fastidian el hígado. Concretamente una, la JJ-180, con una elevada capacidad alucinógena y contundentes e irremediables efectos adictivos, sirve como solución a la siempre complicada logística de los viajes en el tiempo. Dependiendo del metabolismo de la persona que la consume, puede viajar al futuro (como Eric), al pasado (como Kathy, su esposa) o desplazarse en horizontal, entre los diferentes universos paralelos del presente, como hace Gino Molinari, la persona más importante del planeta Tierra. Inicialmente la droga se creó como arma de guerra contra el enemigo reeg, pero tuvo estos inesperados e interesantísimos efectos secundarios.

Kathy Sweetscent es la que, a ojos del lector, tiene el primer contacto con esta droga, de manera rematadamente clandestina. Tras engancharse por completo (sólo es necesario consumirla una vez para lograrlo), los lilistarianos contactan con ella y le ofrecen más suministro a cambio de ir a buscar a su marido, quien se ha convertido en el médico de cabecera de la MoleGino Molinari. Pero el matrimonio entre Kathy y Eric no atraviesa un buen momento y, tras una confusión/engaño, ella convierte en adicto a su amado/odiado esposo.

A partir de aquí vamos dando saltos del presente -año 2055- al futuro, un año o cien, acompañando a un estoico Eric Sweetscent. Cada vez que finalizan los efectos de la droga, Eric vuelve a la casilla de salida, presumiblemente de la misma línea temporal... Viajar al futuro implica la posibilidad de obtener el antídoto de la JJ-180 para liberarse de su terrible poder adictivo. En efecto, Eric encuentra el antídoto y lo libera de la adicción, pero cuando regresa al pasado, ese mismo antídoto hace que el viaje temporal no tenga buena puntería. Acaba en 2056, en un futuro -desde el punto de vista del 2055- donde terrestres y reegs son aliados y han perdido la guerra con los lilistarianos. Allí conoce a su otro yo, quien le encomienda una misión que ya conoce, puesto que él mismo fue el receptor de ese mensaje (es lo que tienen los viajes en el tiempo). Una vez mitigados los efectos del antídoto, regresa a 2055 para cumplir la misión por la que fue inicial e insólitamente reclutado como médico principal del gerifalte de las Naciones Unidas: sustituir al recién fallecido Molinari por una especie de clon... otro Molinari de otro presente alternativo, perfectamente sano.

Poco a poco terrícolas y reegs irán formando una alianza y la guerra será contra los lilistarianos. Pero es algo que ya no nos interesa. Unos párrafos atrás hemos dicho que la guerra intergaláctica era una de las dos tramas. La segunda trama, probablemente la principal, es el matrimonio de Kathy y Eric Sweetscent. A pesar de los altibajos (más bajos que altos) de su relación, sus odios, sus reproches, los actos viles cometidos el uno sobre el otro, una demostrará su dependencia hacia él y el otro, en cada uno de sus periplos temporales, acabará preguntando con un nivel apreciable de sinceridad por el estado de la salud mental de ella.