miércoles, 1 de agosto de 2012

Las series de nuestras vidas (5)

5. Fringe

Todos aquellos que fuimos cautivados/estafados por J.J. Abrams y sus anteriores productos acogimos esta serie con una mezcla de escepticismo y esperanza. En el fondo de nuestros maltratados corazones eran elevadas las expectativas para una serie con un perfil no muy alto, con actores pseudodesconocidos o reciclados de otros formatos y un planteamiento demasiado usual: agente femenino del FBI que recibe estrecha colaboración de freaks poco aptos para la investigación gubernamental. Por cierto, idéntico planteamiento de la irregular 'Alcatraz', del mismo Abrams y que, no sufran, no se encuentra en esta lista.

Es difícil analizar 'Fringe' sin hacer referencia a otras series. Es muy ecléctica y eso tal vez merma su personalidad. En cualquier caso, casi toda referencia, más o menos intencionada, es reflejada exitosamente y en lugar de convertirse en un homenaje barato, otorga fuerza tanto a la trama principal como a los episodios puntuales.

La estructura de los capítulos es prácticamente la misma que la del 90% de las series actuales. Existe una trama central, que hace que los personajes evolucionen y vayamos descubriendo secretos sobre ellos, y un caso de investigación único en cada capítulo. A nosotros que, por supuesto, nos interesa por encima de todo la trama principal, que es lo que da a cualquier serie su naturaleza, su razón de ser, no dejan de disgustarnos esos casos puntuales. En parte porque la mayoría guarda lejana relación con la historia, alguna cogida con pinzas o bien apelando a Rocambole, pero también porque abarcan temas recurrentes de la ciencia ficción por los cuales sentimos confesa debilidad (cambiaformas, teletransporte, etc.). Cada nuevo capítulo es diferente, introduce un nuevo caso inexplicable (o fenómeno "Fringe") que ciertamente mantiene nuestro interés.

Eso sí, resulta sorprendente que todos estos fenómenos ocurran en los alrededores de Boston, que la policía local sea tan diligente en comunicar el caso al FBI (apenas pasadas unas horas) y que en un brevísimo lapso de tiempo ya tengamos a Olivia Dunham y compañía olfateando la escena del crimen. Pero, como hemos dicho, es ciencia ficción y nos permitiremos semejantes concesiones.

Lo que impide a 'Fringe' ser una serie mayúscula es el tratamiento irregular que se le da a la historia principal. En las cuatro temporadas que hemos visto, ha sufrido demasiados altibajos y cambios de rumbo, lo que fomenta la sensación de que los guionistas recurren a la improvisación con triste frecuencia, tal vez promovidos por las amenazas de cancelación, quién sabe. Pero si observamos la última temporada, se nos hace difícil creer que los hechos narrados ya fueron planeados durante la primera. Esto no es en absoluto un aspecto negativo en sí mismo, pero con tales indecisiones y desconciertos corremos el riesgo de no saber concluir satisfactoriamente una historia tan prometedora.

Mención especial para nuestro querido Senescal de Gondor, John Noble, en su papel de Walter Bishop, un secundario de lujo que es quien da origen a los mejores momentos de la serie y que desencadena, con su ambición y/o torpeza, los acontecimientos más interesantes.

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