martes, 9 de junio de 2009

Una abuela llamada Peligro

Es la (casi) viva imagen de la temeridad y el riesgo. A sus 104 años, es capaz de humillar a los mozalbetes más intrépidos que, a pesar de su agilidad e indudable destreza, maltratan su rebeldía otrora innata respetando de una manera casi religiosa la señal roja del semáforo. Ella no necesita respetar, sino que la respeten. Y para lograrlo, utiliza algún tipo de hechizo ancestral para detectar el paso de vehículos más allá del cambio de rasante y burlar la seguridad que otorga la perfecta armonía de señales de tráfico y peatones. O quizá detiene el paso del tiempo mientras cruza la calle. Al menos es la sensación que tendría el observador omnisciente al contemplar a una viejecita parsimoniosa logrando desafiar, y posteriormente vencer, al enemigo en forma de semáforo en rojo ante la mirada atónita de jóvenes transeúntes impacientándose desde el bordillo de la acera con una mezcla de horror, conato de compasión e impotencia ante semejante afrenta inesperada.