miércoles, 23 de enero de 2008

Los Provizors

Provizors
Las Leyes de la Física y sus cuatro inalterables dimensiones nos han tenido oprimidos durante toda la Historia del Universo, sin permitirnos acceder a aquellos parajes más allá de sus extremas pero rigurosas coordenadas. Esto ha sucedido y sin duda sucederá, al menos en lo que respecta a determinados vectores imposibles de concebir. La no constancia de viajeros procedentes de tiempos futuros nos augura que en dicho horizonte el fracaso en la quimérica empresa de alterar el continuo espacio-tiempo y, de paso, desparramar por esas inescrutables dimensiones paralelas alguna que otra paradoja, está garantizado.

En otras galaxias sucede algo parecido. En algunas de ellas, su tecnología y conocimientos superan con creces a los de los primitivos terrícolas. Sin embargo, a lo largo y ancho del Universo, nadie ha sido capaz aún de desplazarse a su antojo por esa cuarta dimensión, que sigue su curso impasible, tal y como la percibimos impotentes.

Lo más parecido al coqueteo con estas rígidas leyes de la Ciencia puede desarrollarlo una raza de extraterrestres con una anatomía particular: los Provizors. La característica principal de estos seres es la capacidad de variar, en un rango amplísimo, la velocidad de cualquiera de los órganos de su cuerpo.

Esta cualidad, aparte de las evidentes ventajas para llevar a cabo trabajos más físicos, les permite, por ejemplo, tener pensamientos muy profundos y a la vez fugaces, resolver complicadas ecuaciones en un santiamén, saborear sensaciones agradables y placenteras ralentizando la función del órgano que les provee de ellas... Se desplazan con gran rapidez cuando les interesa; cuando la situación les disgusta, disminuyen la velocidad de su cerebro para percibirla en menor cuantía, esperando que concluya.

Siempre con el futuro como punto de mira, ya que no pueden parar el tiempo ni dar marcha atrás (lo que generaría un tremendo colapso cósmico... suponemos), estas criaturas periformes actúan como si de vez en cuando le dieran al Fast o al Slow Forward, siempre con el Play en marcha.

domingo, 13 de enero de 2008

Mistrud Garrapantis


Durante 335 años vivió en el Noreste de la región de Telesforia la ilustre bruja Mistrud Garrapantis. Nadie llegó a conocer exactamente su residencia, ya que buena parte de su vida la pasó huyendo de la justicia. Sin embargo, a pesar de su condición de bruja y de su abyecta apariencia, en su talante no existía la maldad. Sus problemas con las autoridades derivaban de determinados comportamientos desafiantes hacia unas leyes muy estrictas y fundamentalistas, amparadas en la superstición popular de la comarca. Por ejemplo, a Mistrud le producía un placer perverso pisar las líneas interbaldósicas y, según aseguran fuentes desconocidas procedentes del poblado de los Gnomos Rabiosos, se regocijaba al sembrar migas de pan por toda la cocina de su casa.

Un bolso mágico fue lo que la hizo más célebre y, casi con toda seguridad, lo que le concedió el escaño número 16 en el Hall of Fame de las Brujas. Este bolso tenía externamente una apariencia absolutamente normal; sin embargo, tenía el poder de contener objetos de cualquier tamaño; disponía de una capacidad ilimitada, como si no tuviera fondo. Sin duda fue un elemento indispensable en los múltiples viajes de su prófuga existencia.

Murió al ser juzgada y condenada a la hoguera por Jack Closendrawers, del Tribunal de la Sagrada Congregación de la Recta Conducta. El horrible delito que cometió, en el transporte suburbano y a la vista de todo el mundo, fue el de subrayar alegremente y no sin provocación un libro mientras lo leía... con un bolígrafo azul.